Ver la paja en el ojo ajeno es fácil. Quitarte la biga del propio cuesta más.
Y pasa el tiempo. Y la biga sigue ahí. Y tú lo sabes, pero es que en el fondo aún no crees realmente que sea una biga.
Y ahí reside el problema; en tí mismo/a.
Sí, a veces las bigas desaparecen "solas", un día te levantas y ya no están allí. Pero estos hechos, aunque no necesariamente son milagros de la Virgen, sí son infrecuentes. Vaya, que te puedes quedar ahí mirando y parpadeando, a ver si sucede, pero lo dudo mucho.
Y aquí estoy, a ver, que las bigas están desprestigiadas, pero al fin y al cabo son imprescindibles para sustentar las edificaciones, no?
Cuando echar de menos está de más. Cuando los símbolos parecen alternarse frenéticamente, confundirse en una ola continua, que no cesa en su turbador empeño y no nos deja avanzar hacia el horizonte, cualquiera que este sea.
Maldito sea...